domingo, 15 de enero de 2012

Help!!!

Una amiga me dice que clasificar una película como "de mujeres" o "para mujeres" es machista. Yo pienso que hay que perderle el miedo a llamar a las cosas por su nombre. En el cine como en cualquier otro ámbito cultural hay productos y mercados. Pero ante todo hay mercados que no son ni más ni menos que la formalización de un público que consume ciertas cosas. Los géneros, ya desde la literatura, se ocuparon de especializarse en un tipo de público. Una novela de guerra, una novela de amor, una novela fantástica, una novela de aventuras y así.
El mercado editorial trabajó durante mucho tiempo para estabilizar una literatura típicamente femenina, escrita por mujeres para mujeres con temáticas específicas. Esto no quiere decir que lectores masculinos no puedan incursionarlas, pero quien diseña el mercado sabe cuál es el destinatario preferencial. O al menos quién va a gastar más dinero con esta producción.
En los últimos años un director como Stephen Daldry, que tuvo su entrada exitosa al mundo del cine gracias a Billy Elliot, dio dos títulos de "prestigio" con temática femenina como fueron The hours y The reader. En ambas estaba presente el mundo femenino y en ambas el mundo femenino se objetivaba a través de la presencia del libro. Un libro o un autor o la lectura en sí.
Si se sigue la presencia de los libros, novelas ante todo, en las películas se encuentra que la relación mujer-lectura-lectora-escritora está siempre presente. Como si lo que genéricamente determinó este tipo de relación ficcional se hubiera acuñado con Madame Bovary y desde allí se hubieran trabajado sólo variaciones del tema. El libro como objeto, pero sobre todo como objeto de evasión. Se coloca a la mujer en el lugar de lectora perenne, como si este rasgo las definiera estadísticamente. Un hombre es una persona que se sienta frente a la televisión con una cerveza en la mano y una mujer es la persona que lleva el libro a cuestas. Los Simpsons ejemplifican muy bien esta división del trabajo aplicada al mundo del ocio.
Al cine le resulta muy difícil sintetizar un modelo masculino de hombre sensible dentro de este tipo de películas. Al hombre le encajan los números, la ciencia, el deporte, las armas, pero difícilmente se logre colocar a un hombre conectando con la lectura de la misma "manera" que una mujer. En una película que se llama The Jane Austen book club un grupo de mujeres se reúnen una vez al mes para leer y comentar un libro de Jane Austen. Al grupo se invita sólo a un hombre al que las mujeres quieren "promover" como novio de una de ellas. Este hombre que entra a regañadientes al grupo es un gran lector de ciencia ficción y sólo luego del proceso de lectura de toda la obra, las mujeres lo admiten de pleno derecho y no como hombre-objeto. Pero esta película es una excepción. Lo normal es que la relación entre hombre y libro sea anómala. Y en alguna medida esta anomalía está planteada también para lo que se entiende para literatura específicamente femenina y para cine de corte femenino. Hay obras que se proponen un horizonte de limitadas expectativas en cuanto a su público y a cuán heterogénea puede ser su composición. Hay obras que superan esos límites que muchas veces son de género (humano), pero lo usual es que el público se especifique.
La última película que sale en su búsqueda de premios es una película de mujeres, sobre mujeres, con libros. The help es la historia de una chica inquieta, blanca, en el Sur de EEUU a comienzos de los 60 que quiere escribir y elige como tema el punto de vista de las empleadas domésticas negras con respecto a su trabajo y a sus empleadoras blancas.
En la película casi no se ven hombres y los pocos que se ven tienen el texto justo y necesario como para permitir que la trama avance. El resto está centrado en las mujeres. La propuesta es que hay un marco histórico, político y cultural especial. El Sur de los 60 no era Nueva York. Y por varias películas, otras, que abordan la misma temática sabemos del activismo de entonces, de las muertes, los conflictos. Todo esto está en un tercer plano dentro de la película. Una noche la protagonista, Viola Davis, y un hombre negro se encuentran con que les hacen bajar del autobús porque en la calle habían matado a un chico negro y el vehículo tendría que desviar su camino. El conductor llevaría a todos a su casa pero los negros tendrían que ir caminando. Ese momento es el más "presente" del conflicto político, y queda por detrás de la silueta del autobús. Se ven luces, se ven sombras, pero no se ve nada.
Nadie obliga a politizar una película o a repetir los mismos esquemas con los que se contaron historias de cuño similar, pero es extraño que si de lo que se trata es de un trasfondo racial en un período histórico más que concreto, este quede tan lavado. Y si remarco este punto no es por su simple blandura en el tratamiento, sino porque se quiere despojar a una historia del contexto que le es propio. Este esquema de empleador blanco y empleado negro es casi funcional al esquema de este tipo de películas desde Driving Miss Daisy hasta aquí, para todas las historias del mismo cuño. En The help lo que se ve es una intención deliberada de bajar el tono. En este tipo de película melodramáticas (con todo el respeto que el género merece) la tentación de exaltar el dolor es muy grande, ya que aumenta el efecto que se persigue. Pero, ¿qué pasa cuando se amortigua el punto del dolor no como efecto de sutileza narrativa, sino como búsqueda de acentuar el melo en desmedro de lo dramático?
En toda la historia se anuncia que existiría un peligro para todas las involucradas por tratar de sacar adelante este libro, pero este peligro nunca es tal. En el esquema que la propia película monta, es altamente improbable que si narran estas historias privadas no se sepa quién las reveló y que esto no pudiera acarrear consecuencias para las cabecillas del movimiento. Sin embargo todos actúan como si esto no pudiera ocurrir nunca.
Hace muy poco vi otra película venida de un super best seller como es The boy in the striped pajamas (El niño con el pijama a rayas), en donde la narración del mundo de un campo de concentración se lleva a cabo como si fuera una película de Disney (que desde la producción lo es). Todos los lugares comunes de una película de nazis y judíos están puestos ahí y los personajes, sobre todo el de la madre, se revelan inconsistentes con el tiempo histórico que viven y el ámbito al que pertenecen. Está claro que es cine y en cine cualquier cosa puede ocurrir. Que el rigor en ciertas fábulas históricas (y estas películas lo son) no son lo primordial, sino el efecto. Pero es notorio que en ambos casos la noción de "peligro" tan inherente al punto de drama, está muy lavado. Las empleadas negras actúan como que nunca se las va a castigar y como si la pérdida del trabajo no tuviera la gravedad que se supone que tiene. Más teniendo en cuenta no sólo el lugar, el Sur, sino que se está en un pueblo pequeño donde si alguien se incinera lo único que le queda es hacer sus valijas y marcharse.
Esta visión un poco infantilizada de los dramas históricos y sociales con el fin de ganar fácilmente público, le quita mucho mérito a otros hallazgos que pueden ser las interpretaciones de las actrices. Viola Davis ya ha probado largamente que es una actriz merecedora de reconocimientos. Aquí lo prueba también, pero su personaje pierde fuerza dramática porque el contexto es débil. Tanto que en los momentos más fuertes para ella, no se terminan de ver tanto como coronaciones de un trabajo, sino como unos pocos fuegos de artificio. No creo que sea culpa suya, sino del director y de la producción en su conjunto. No le dieron la posibilidad de dar toda la temperatura que es capaz y la mantuvieron tibia. Que es lo que da como máximo la película.
Pero The help no es una sola película. Son dos. La otra es la de Octavia Spencer, la empleada a la que la "malvada" Bryce Dallas Howard echa casi al comienzo de la historia. Por ser despedida comienza a trabajar para el personaje de Jessica Chastain, una blanca a la que todas las mujeres del pueblo desprecian por verla como una puta y la tratan como si fuera una negra. Estas dos mujeres descastadas por distintas razones se encuentran en su situación desgraciada y se compensan. La negra es la que más ayuda, para eso es empleada, y la blanca es la que al final de la historia devolverá todo lo que ha recibido. Pero por fuera del esquema, es la única historia que valía la pena que se contara. La historia de la película es de superación personal, de esta chica que no quiere ser como las demás interpretada por Emma Stone y la de Viola Davis. Pero por cómo está contada, la historia es la menos interesante y la que menos aristas plantea. Cuando algo pasa en la película de verdad, es cuando los personajes de Octavia Spencer y Jessica Chastain entran en acción. Esa segunda película fue desperdiciada. Y si algo queda del rastro de la película que The help pudo ser como fábula de la relación entre dos personas de distintos orígenes, no fue por la trama principal, sino por la de las actrices de reparto. En ambas está la picardía y la fuerza que en las otras se diluye.
A veces las películas necesitan más que un argumento "polémico" para ser algo. Y más si ese argumento polémico en su transcurso trata de bajar toda temperatura de conflicto. Es temible que el cine pierda gravedad y pierda tono en función de un propósito etéreo de gustar a todos.
Lo de The help o The boy in the striped pajamas es un indicio de algo muy elaborado pero en un mal sentido. Los géneros pueden ser híbridos, pero tienen ciertas pautas que marcan su naturaleza. Si no se trabaja una comedia, se trabaja un drama. O comedia dramática. Pero si el objetivo está dentro de los territorios del drama, se le puede bajar el tono virándolo al melodrama. Ahora, ¿qué pasa cuando el elemento dramático de un melodrama es reducido a tal punto que de drama sólo le queda una vaga referencia? ¿Cómo funciona el melo al distanciarse del drama?
Este es un momento de cierto cine que busca ocupar un sitio a medio camino del compromiso, a medio camino del género, de la corrección política, de lo amable, de lo agradable. El temor de desagradar por apegarse a ciertos tonos fuertes que pueden tender a dar efectos fuertes, es una enfermedad de estos tiempos. Se esquiva lo poderoso que contiene la ficción por dar algo que es más propio de la publicidad que del cine. Pero, insisto, esto es marca de este tiempo y en las películas emblema de esta época (en 2012 The help es una de ellas) parece que se repetirán con mucha frecuencia.