sábado, 11 de agosto de 2007

Veronica Mars y Stanislaw Lem

Abro este post en principio como un work in progress porque todavía tengo que ordenar unos apuntes y papelitos sueltos sobre el tema. Algún día Veronica Mars merecerá un post aparte y el texto de Stanislaw Lem sobre Philip K. Dick, otro.
Veronica Mars es (era) una serie sobre una adolescente que investiga crímenes en una pequeña ciudad costera de California, llamada Neptune, hija de un detective privado, ex sheriff del lugar, marcada por la patología edípica (aunque no en el sentido freudiano) de buscar la verdad y terminar siendo arrasada por ella. Con lo cual el Edipo de Veronica en este caso es el que ha sido escrito por Sófocles.
Stanislaw Lem es un escritor polaco de ciencia ficción que también se ha dedicado a la crítica literaria. Uno de sus libros se titula "Vacío perfecto" y va de una serie de críticas realizadas a libros inexistentes pero que podrían haber existido y de autores también inexistente que seguramente se parecen a autores existentes, o a una mezcla de algunos de ellos. El texto en cuestión al que me refiero en este caso se llama "Philip K. Dick, un visionario entre charlatanes" y fue publicado en español en la revista "El Péndulo" (Ed. de La Urraca en mayo de 1987. Traducido por Rafael Urbino).

(Esta aclaración vale porque muchos de los que lo copian o lo citan dicen que no saben de donde sale. Pues ayudemos a las heréticas prácticas bibliográficas y precisemos datos. A veces ayuda)

Volvemos. Lem echa una mirada sobre la obra de Dick (vivo aún, porque el texto original es de 1975 y Dick muere en 1982) y analiza su valor cultural y literario. Antes de hacerlo establece una serie de presupuestos de análisis, parámetros, que deberían de servir para obras de ciencia ficción, literatura en general, cine, pintura, comics, todo. Toda producción cultural está afectada por estos presupuestos, que no necesariamente leyes, que Lem enuncia y que nos deberían servir para pensar las obras que contemplamos.

Para leer el texto completo dejo un link: http://www.emboscados.com/foro/viewtopic.php?TopicID=525 Está en un post y le encontraréis fácilmente. Aquí solo destaco un fragmento:

"Pero, ¿cómo es posible que, en ocasiones, una obra menos popular acabe, a la larga, en situación de igualdad comparada con otras que alcanzaron un éxito inmediato e incluso logre silenciar a sus rivales? Esto es resultado directo de la selección natural en la cultura, y resulta sorprendentemente semejante a su equivalente en la evolución biológica. Los cambios en virtud de los cuáles algunas especies ceden su lugar a otras en el escenario evolutivo no suelen ser consecuencia de grandes cataclismos. Si la progenie de una especie supera en supervivencia a la de otra por un margen de tan sólo uno en un millón, poco a poco quedará sólo la primera especie... aunque la diferencia entre las posibilidades de las dos sea imperceptible a corto plazo. Lo mismo sucede en la cultura: muchos libros que, a ojos de sus contemporáneos, son tan semejantes que parecen gemelos, se van distanciando a medida que pasan los años; el encanto fácil, que es efímero, deja paso a la larga a lo que es más difícil de percibir. Este tipo de orden metódico en el ascenso y declive de las obras literarias marca las directrices del desarrollo espiritual cultural de una era."

Este texto merece relectura con lupa, sobre todo en los términos del encanto fácil que producen ciertas obras. ¿Por qué? Porque vivimos en un mundo marcado por "El Código Da Vinci" y sus multiplicadores de tramas falsarias, seudohistóricas y seudocientíficas, que jamás aluden a su condición de meras ficciones sino que basan su razón de ser en alguna versión de la historia traída de los pelos y confrontada por nadie. Esto, al menos en los Expedientes X (la serie) no buscaba refrendar sus teorías en la realidad, aceptaban su condición de ficcionales y algún día entraré en ellas porque solían ser metáfora (buscada o no) de otra cosa. Cierto que lo que propone "El Código Da Vinci" ya estaba contenido en "El nombre de la rosa" de Umberto Eco, pero la naturaleza de las dos obras es disímil por demás. La de Eco está originada por el trabajo erudito de un autor y la otra, la de Dan Brown, por un copista de fuentes heterodoxas.

Original y copia son dos conceptos profundos en la producción cultural en cualquier época del mundo. Cuando hablo de copista, en el caso de Dan Brown, sé que hay dos formas de verlo: porque copia un modelo probado y económicamente rentable; y luego porque transcribe fuentes. No tenemos porqué asumir que las falsifica, pero sí que la maduración crítica de las mismas está poco asentada. Si fueran un vino, no es que sus componentes en sí sean malos, pero su añejamiento tendría mucho más de afición y prisa industrial que de artesanía. Y todo hay que decirlo: el nivel de artesanía que requiere una obra para reconocerla como tal y refrendar su valor es alto. La palabra en nuestra civilización es sencilla de desparramar y las confusiones que puede generar son muchas. En arte y cultura el mejor artesano es el que produce las obras de valor, y el joven talentoso tiene que tener también esta propiedad en sus manos para que su creación perdure. Ricardo Piglia dice que el trabajo socialmente necesario para generar una obra (no es un criterio exclusivo, por supuesto) es esencial para definir su valor. La inspiración y cierta genialidad pueden operar en lo inmediato, pero el trabajo sesudo dan el acabado a la obra. Si no la Capilla Sixtina podría ser tranquilamente un borrón luchando contra la fuerza de gravedad. Y no lo es... (Continuará)

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