lunes, 11 de julio de 2011

Virales

La guerra de los mundos, sigue en pie. Desde que Orson Welles adaptó la novela y la transmitió por radio en 1938, muchos quisieron reproducir este fenómeno. En aquel entonces fue un episodio algo trágico ya que alguna gente se mató al creer que los alienígenas estaban invadiendo la Tierra. Nadie, al menos públicamente, se animó a repetir una situación parecida. La idea era buena, pero los efectos, no tanto. ¿Habría alguna posibilidad de aprender algo de esa transmisión radial y reeditarla sin daños colaterales? La hipótesis quedó secretamente planteada.
Desde que Internet es Internet, hubo un resurgimiento de lo que siempre se conocieron como cadenas. Un mensaje de suerte o la amenaza de una maldición si no se pasa el texto de mano en mano. Así personas desaparecidas que no existen, leyendas urbanas, noticias que nunca se publicaron, y miles y miles de otras fabricaciones inundaron la red. Uno de los pocos fenómenos que admite una clara nota al pie: "La inocencia humana es inagotable".
Esta forma de multiplicación de un mensaje fue refundada gracias al ingenio de los gurús de la comunicación que la dieron en denominar "Viral", por su forma de expansión. Se le quitó su aura negativa y se la neutralizó como acto comunicacional. Y la viralidad no está sólo relacionada con su capacidad de crecimiento, sino también con su velocidad de llegada. En muy poco tiempo un video viral puede alcanzar cientos de miles, y hasta millones de espectadores.
Hay videos virales de todos los tipos y con contenidos diversos, pero todos tienen en común que algo, un elemento, conecta con la fibra sensible de miles de personas. Muchos tienden a pensar que esos videos boom que se encuentran en Youtube son obra del azar. Algunos lo son. La gran mayoría son creados por gente consciente del efecto que quiere producir y hasta dónde quiere llegar. Y aunque muchos se agotan en la broma misma, otros tienen objetivos más a largo plazo.
Actualmente circula un video en Argentina sobre un hombre cincuentón que ve cómo el equipo de sus amores se va a la B, desciende de categoría. El hombre grita, interpreta, se enoja, sufre. Ese video es tomado por la gran mayoría como verdadero, se cree que es de un hombre real que tiene un sufrimiento auténtico. Los que lo ven respetan ese sufrimiento, pero se ríen de él, de la misma manera que le podría pasar a una persona que se cae torpemente en la calle. Todos se conduelen pero no pueden evitar reírse. El chiste, como tal, funciona.
¿Por qué es falso? O, mejor, ¿por qué es falso cuando tranquilamente podría ser real? Hay pequeños elementos que van desde la posición de la cámara hasta la forma en la que el hombre reacciona. Él actúa y todos a su alrededor actúan. Una situación improvisada que puede ser trabajada desde los cortes aplicados al material, ya que repetir un partido grabado por TV y "representar" el momento, no cuesta tanto. Y cuesta menos si se ha pensado con antelación la creación de esta puesta en escena. El punto es que funciona. El sitio donde se representa, funciona. La verbalidad exacerbada del protagonista del video, funciona. Pero de tan constante y precisa, es falsa. Lo mismo que las intervenciones de sus "hijos". Hablan interpretando.
El otro antecedente que vi también es de Argentina. El vídeo sobre el hombre que se cae de la moto y es llevado a un hospital donde todo el tiempo pregunta por su hija: "¿Y Candela?". A día de hoy la mayoría de la gente cree que es real, pero tampoco lo es. Las tres personas que van a la guardia por el accidente son actores, los médicos, no.
Ese video se convirtió en viral por la situación delirante en la que pasaba todo. Pero igual que en el video del hincha de River hay un fallo, grande. En los dos casos el protagonista acepta la presencia de la cámara como si la cámara no estuviera. Demasiado conveniente. En el caso Candela, un tipo que se está reponiendo de una caída en una moto, cuestiona todos los elementos que le rodean menos al camarógrafo. Todo lo altera, menos la cámara y nunca emprende contra ella. Eso, en un tipo que no está muy en sus cabales no es verosímil. En la vida real cualquiera reacciona si le ponen una cámara delante, un herido, también.
En el caso River, los "hijos" ponen la cámara y el hincha se desgañita, se humilla, y en ningún momento acusa la presencia del aparato que no está para nada oculto. Trabaja para él. Igual que todos. Todos actúan "como si". Como si la cámara no interviniera, pero eso sólo pasa con profesionales o semiprofesionales. La gente común, de verdad, acusa esa presencia. Por eso el primer elemento de prueba de que no es real, es la relación que los personajes establecen con la cámara. Se comprometen y se comprometen con el punto de vista de un observador potencial.
Mucha gente no va a aceptar que esto es así, ya que a nadie le gusta ser engañado, y mucho menos nos gusta reconocer que hemos sido engañados. A todos nos toca. Todos tenemos este punto inocente que permite que estas fabricaciones sigan produciéndose. Es parte del chiste.
Esta combinación de La guerra de los mundos y el fenómeno viral no son nuevos, pero se remodelan todo el tiempo. La cámara oculta siempre trabajó este concepto y durante los años de oro de Videomatch se experimentó a más no poder con estas situaciones de embolsar a un incauto en la calle con bromas muy aceitadas. Agotado este formato se practican otros.
El mundo publicitario es el que más apela a estas salidas, casi siempre asociadas a campañas. El propio caso Candela se coronó con una publicidad de Telefónica. La lectura en general fue: "Los tipos eran tan auténticos y tan originales que al final los llamaron para una publicidad". El laboratorio de la comunicación es mucho más complejo. Quienes lo conciben miran a corto, mediano y largo plazo. Ensayan todo el tiempo. Prueban alternativas. Fallan. Vuelven a intentar con otra cosa. Y cuando la pegan abren un camino.
La película que terminó siendo The Blair Witch project empezó experimentando con la viralidad de la red. Eso hizo que la iconografía y la propuesta del film estuviera bastante instalado en el público mucho antes de que la película apareciera en los cines.
Pero de todos estos ejemplos de viralidad que uno habla, son los que en cualquier caso resultan evidentes. La gran mayoría nos pasan desapercibidos a todos. Somos territorio de prueba. Un test de efectos como los que compendiaba MacLuhan, sólo que enhebrados de una manera extremadamente sutil. Mensajes comerciales, políticos, religiosos, por los que compramos casas, coches, guerras, presidentes, candidatos.
El trabajo de la viralidad es siempre una estrategia del consenso y el consenso busca la homogeneidad de los puntos de vista. El problema es cuando la búsqueda de ese consenso se arma en la sombra. El presente y la historia están jalonados por esto.
Me parece super lícito divertirse con episodios como los del "hincha" de River o los "padres" de Candela. Pero me parece que la búsqueda de complicidad y consenso que quieren estos productos, tiene que culminar con saber que son falsos. Hay engaños y engaños. Algunos causan daño, otros ninguno. Todo vale, es cierto. Y si se trata de divertirse, más. Pero más tarde o más temprano todos nos merecemos saber la verdad.

No hay comentarios: