jueves, 18 de diciembre de 2008

Sobre las turbulencias en los aviones


Soy un traidor a mí mismo. Eso es lo primero que tengo que poner aquí. Antes no cuidaba las plantas y ahora no cuido mi blog. No voy a indagar por qué, ya que no me quejo de la utilización del tiempo que hago en otras actividades, pero sí me quejo de haberlo olvidado. Eso es lo primero.
Lo segundo es que me replanteo el blog gracias a que Eduardo Milewicz está entusiasmado con el suyo y me ha hecho pensar en que el trabajo de bitácora es una tarea importante abierta por el estado actual de los medios de comunicación, aún cuando la herramienta estrella de hoy es el Facebook. Escribir ordena. Ordena pavorosamente. Ordena la mente, las alternativas, el pasado, el futuro, los planes, los balances. Aunque no te lea nadie, estás escribiendo para todo el mundo.
Aquí es donde entra lo tercero que fue el comentario de Ignacio, un colega que decía muy acertadamente que uno suele entrar a los blogs que están alimentados a diario. Yo no albergo la esperanza de que entre mucha gente a leer lo que escribo. Si lo hace, seguramente empezaría a escribir de otra manera. Y sin que esto implique nada bueno ni malo, sólo sé que tengo que considerarlo. Alimentar este blog, por mí, y convertirlo en algo que pueda servir a otros si es que se les da por entrar alguna vez.
Hecha esta salvedad, entro en tema: hace varios días que vengo pensando en la posibilidad de que la Segunda Edad de Oro de las series haya entrado en crisis. Muchas de las grandes apuestas de 2008 de principio y final de año han sido barridas de la televisión. El primer detonante fue la huelga de los guionistas que actuó como catalizadora de algo aunque si tengo que ser completamente sincero, no sé bien de qué. Me explico un poquito más: series interesantes quedaron en el camino, series poco y nada interesantes sobrevivieron. Sería genial decir que un hecho tan real como una huelga en el corazón de la producción audiovisual de Estados Unidos, podría obrar como un cierto acto de justicia. Expulsar lo malo e inútil, e impulsar hacia adelante lo bueno e interesante.
No es así y muy probablemente en esta nueva crisis de fin de año donde otras series no continuarán (o ni siquiera verán la luz), se refrende esta idea de que quizás la Edad de Oro haya comenzado a desaparecer en favor de otra cosa incierta. Quizás sea esto lo que suceda o suceda algo totalmente distinto que obligue a revisar las nociones de crisis y cambio, al menos con las que yo he pensado el mundo desde que mi cabeza empezó a trabajar de manera más adulta.
Aquí es donde entra la analogía con las turbulencias en los aviones que, como me tengo que ir al trabajo, quedará para resolver después... Hasta prontito
He vuelto.
Para el Puente de Mayo de 2007 pasé cinco días en Mallorca. Durante el viaje en avión nos sorprendió una turbulencia. Uno que ya ha hecho varios viajes tiene ya una experiencia en estos temas, pero eso no sirve de nada si la turbulencia supera los límites de lo esperable. Y eso pasó en este viaje. Las caídas eran continuas y cuando dentro de lo "esperable" se entraba en una cierta estabilidad la caída se repetía no sólo más profunda sino también más violenta. La sensación en ese momento es que esto en algún momento, por malo que sea, tendrá que parar, retomar la calma. Pero eso es un deseo y no la realidad. No hay nada que suponga que las turbulencias y las caídas violentas se detendrán milagrosamente, salvo si se llega al suelo. Y esto no tiene por qué suceder en buenos términos.
Si hoy vivimos una crisis general, muy nombrada por cierto, y las series entran en zona turbulenta. ¿Qué indica que esto vaya a parar, estabilizarse o reencontrar un norte?
Releía el post anterior, y quizás mucho de lo que esté escribiendo ahora se contradiga, en apariencia, con lo que escribí antes. Creo que no. Creo que esta crisis no está regida por lo estrictamente creativo. Lo creativo tiene picos y puntos bajos, pero está visto que productos artísticamente interesantes son decapitados sin más. También en la Revolución francesa se le cortaba la cabeza tanto a María Antonieta como a Danton. Una representante del antiguo orden y otro representante del dinámico orden venidero.
Está claro que lo que sobreviva de verdad tendrá poco que ver o con nuestros deseos o con lo que se decida en iluminados despachos de las productoras y las televisiones. Lo que persista tendrá otras características y no se resolverá hoy. Hoy seremos testigos del caos. De aquellos productos que se han montado en la ola de éxito de las series y sólo han mejorado en producción, pero que no han hecho más que reciclar ideas. Lo nuevo de verdad seguirá su propio camino y se lo abrirá a otros. A veces el precio de innovar es altísimo, pero yo creo que los cánones funcionan, tienen su dinámica propia y generan sus propios eslabones. Es una maquinaria muy diferente de la que puede manejar el mainstream.
Yo por mi parte quiero seguir viendo y aprendiendo de este momento que no pierde pista de lo importante que es arriesgar y que es una gran oportunidad para arriesgar ya que las fórmulas están cambiando pero esto aún no ha aterrizado en ninguna parte. Creo que hubo una primera parte de este vuelo que ha tenido un tono fantástico. Agradable e inspirador sobre todo. Ahora cruzamos una zona plagada de pozos de aire en los que los proyectos caen o son derribados como pájaros. Nada asegura que esta turbulencia vaya a detenerse en algún lugar amable y claramente estamos sobre ella.
Los pescadores ganarán seguramente en ella, pero algunos productos, algunas historias, dejarán marca. Yo quiero indagar en ellas. En las que rondan por allí y a las que hemos mirado muy poco, pero deberíamos ver más.

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