martes, 23 de diciembre de 2008

Vida en Marte

Hace una semana me metí en www.bbc.co.uk/drama. Quería ver toda la lista de series que la cadena británica estuvo emitiendo los últimos tiempos y ver si me había perdido de algo importante. La primera pista me la dio hace un tiempo Roma. Vi la primera temporada en español, la segunda ya en inglés y me pareció muy buena. Coproducción con HBO, lo que ya era una pista interesante, y un atrevimiento en la reconstrucción de época. Yo no tengo los números pero creo que fue una serie cara y que eso atentó contra su continuidad. Lo que queda de ella, es un buen recuerdo.
Luego entré por otras coproducciones de la BBC y HBO como Extras y hace muy poco con House of Saddam. De esta última reconozco su factura, pero aún hay algo de este punto de vista tan virtuoso que mira los desastres que se arman en una familia iraquí enquistada en el poder desde una tarima tan aséptica. Aún espero ver algo que hable un poco de la familia Pinochet o de su alegre paso por Londres. No un telefilme barato, me atajo por si lo hay, sino una producción en condiciones, y estoy convencido que más allá de la crítica política, se lo merece.
En fin que saltando de las coproducciones a las producciones de la BBC en casa vi la cantidad enorme que hay y me llevó un buen rato determinar qué me interesaba ver. Cinco me llamaron la atención pero una me la llamó un poco más: Life on Mars. Ahí me entero que la original inglesa había terminado luego de dos temporadas y que ahora está emitiéndose una versión americana. Creo que es estupendo tener de forma casi contemporánea dos series abordando lo mismo. Te permite explorar una y otra factura, y también ciertos puntos de vista.
Yo creo que la serie inglesa es superior en muchos aspectos: es más cruda, más imperfecta en algunos puntos, está mejor actuada y sus personajes son mucho más interesantes. La americana tiene también grandes actores como Harvey Keitel o Michael Imperioli (el sobrino de los Soprano) y funciona, pero me parece que falla por su exceso de brillo. El HD está aprovechado al máximo; han corregido, limpiado y perfeccionado elementos de la trama que en la original inglesa no están, digamos, trabajados a nivel de relojería; pero carece de la humanidad que abunda en la otra. Esta humanidad que me parece su rasgo esencial, en la versión americana se sustituye por una moralina excesiva. Eso ya se nota desde la elección del protagonista. El inglés John Simm no es guapo ni fortachón. No tiene el lustre del héroe. Nadie lo tiene, por cierto. Mientras que el protagonista de la americana, un irlandés, Jason O'Mara, está para ilustrar la carpeta de adolescentes y no tan adolescentes. Y va siempre de maestrito. Para cada ocasión tiene un pensamiento o frase profunda. Rompe un poco las bolas, todo hay que decirlo. El tema es que las dos funcionan y el problema de que existan las dos te lleva a comparar, y comparar es horroroso porque a pesar de venir de la misma matriz de guión, son muy distintas y están llamadas a que te pongas del lado de una o de la otra. Yo reconozco que si no hubiera existido una original inglesa, todos los peros que pongo desaparecerían de golpe porque disfrutaría de la historia de un tipo que en medio de un coma viaja al pasado y no sabe cómo salir de él. Y reconozco que me saltaría lo que no me aguanto del protagonista de la americana. Lo obviaría porque la situación me llevaría de la nariz. Life on Mars me conmueve. Está hecha para entretenerte y conmoverte. Lo que me entretiene no me llamaría tanto la atención si no me conmoviera. Las dos versiones me han hecho soltar lágrimas, pero la americana, más. Con lo cual vengo a comprobar que ellos manejan el melodrama de forma mucho más efectiva que los ingleses. Y aunque los ingleses son los griegos de los americanos, les han enseñado todo, la maquinaria americana es más precisa en este punto. Lo fantástico que en la original de 2006 está más atenuado, en la versión 2008 está más explotado. Y yo sé que el fantástico bien llevado, a mí, por lo menos, me atrapa.
Aquí estoy haciendo un ejercicio imposible y pongo al mundo por testigo de ello: quiero creerme por un momento que no hay dos versiones de una misma buena serie, pero las hay. Puede que la americana tenga virus de ñoñería en algún punto, pero yo lo disfruto; así como disfruto el nivel de verdad al que llega la inglesa.
El mundo paralelo de este detective de policía que vuelve al pasado, transcurre en 1973. No sé por qué pero también ese año fue para mí un año que ha quedado más fijado que otros. La historia en Argentina no carecía de acción, aunque su dramatismo se elevaba mucho más que lo que podía ocurrir en Gran Bretaña o en EEUU. 1973, si mal no recuerdo, fue el último año en el que dependí de mi padre para ir al cine y creo que el último en el que vimos películas sin negociarlas. Creo que nos gustaban a los dos: Scorpio, con Alain Delon y Burt Lancaster; La aventura es la aventura, con Lino Ventura y Jacques Brel; Mi nombre es nadie, con Henry Fonda y Terence Hill; y Vivir y dejar morir, con Roger Moore como 007.
Si yo tengo que pensar un lazo concreto con esos tiempos, empezaría con mi padre y esas películas que vimos en el cine, subtituladas como dios manda. Y creo que cada hipo que me viene al recordar tiene una imagen que proviene de entonces. Todos tenemos de una manera u otra nuestra vida paralela que es también nuestro pasado esperándonos en Marte. Creo que es algo más que la música, más que la historia o la nostalgia. Es la materia de la que están hechos nuestros recuerdos y aunque sea durante un rato apenas, podemos comulgar con otros que también los tienen y con ellos se emocionan.

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