
Esto nos lleva a relacionar a Veronica Mars con otra serie: Las chicas Gilmore. En sus siete temporadas en el aire se ha ido consolidando con aliento propio en su mundo, sus tramas y cierto hacer de sus creadores que han conservado un control casi renacentista de su producto. Ellos dirigen y escriben la mayoría de sus episodios, y de alguna forma, casi todos sus episodios. El control creativo les ha llevado a poder utilizar la serie como podio para dialogar con otros productos de ficción en general (cine y literatura) y con personajes de la cultura y la política.
En uno de sus capítulos sus personajes están cenando y uno dice: "¿Habéis visto la nueva serie de la TV?". ¿Cuál?" le responde otro: "¿la de que se producen crímenes, abren a la víctima, le sacan los órganos y descubren al culpable?... ¿O la de crímenes que se produjeron hacen treinta años, abren a la víctima, le sacan los órganos y descubren al culpable?... ¿O la de los que desaparecen, les abren, les sacan los órganos y así descubren al culpable?". Esto con imagen y sonido se ve mucho mejor y divierte más, pero apunta a la búsqueda de la repetición de fórmulas con vistas a reeditar un éxito. Series inundadas de patólogos forenses o simplemente de médicos, y allí se empiezan a agotar las ideas y las variedades. Hay que reconocer también que estas series que son la franquicia CSI, Sin rastro, Caso cerrado (Cold case), y luego House, y Anatomía de Gray, etc., etc., tienen buenas manos detrás, pero nada quita que algo de la originalidad esté, digamos, ausente.
Créase o no, la pasión forense no arrancó con CSI sino con Expedientes X y las autopsias de Scully. Algo de esa mezcla de morbo y misterio ya estaba asentada antes. Ahora se multiplica. Se multiplican las series en las que se abre una persona en canal y también las series en sí ya que vivimos un boom. Héroes es parte de esto. Y todas las series que desconocemos. ¿Qué tienen en común? La sensación de que hay un momento para producir y que hay gente dispuesta a consumir. En esta catarata de producciones es donde se empieza a pedir un poco de distinción. De lo bueno, de lo original, de lo sorprendente y también de lo trillado. El gran desafío es encontrar lo nuevo y poder saber qué es lo que sale de lo común, lo que podría perdurar. Lo que relaciona a Veronica Mars y a Lem empieza a ser esta búsqueda de un valor que trascienda lo efímero. Y debería haberlo, porque vivimos el tiempo en que las series piden ser más que un arte menor. El salto que dio el cine y el comic y el rock. De ser productos populares a ser algo más. Pero, ¿qué serie puede ser algo más? ¿Podríamos saberlo? (Continuará)...
No hay comentarios:
Publicar un comentario