lunes, 13 de agosto de 2007

Veronica Mars y Stanislaw Lem (2)

Ya sé que este texto va a estar cargado de digresiones, pero la digresión tiene algo y mucho que ver con pensar. Todavía una serie juvenil americana y un escritor-crítico polaco están lo suficientemente a distancia como para no verles relación alguna. La hay si empezamos a ver que Veronica Mars es una serie cancelada, digamos, por falta de público, aunque para ser más concretos habría que decir que por no cubrir ciertas expectativas de afluencia de público que son las que garantizan la continuidad. Esas razones tendrán siempre algo de misterioso, pero lo cierto es que un producto original y cuidado es vencido en términos relativos por otras series que tienen éxito, afluencia e influencia, apoyos y toda una serie de requisitos para perdurar en un mundo muy exigente que es el de la TV.
Esto nos lleva a relacionar a Veronica Mars con otra serie: Las chicas Gilmore. En sus siete temporadas en el aire se ha ido consolidando con aliento propio en su mundo, sus tramas y cierto hacer de sus creadores que han conservado un control casi renacentista de su producto. Ellos dirigen y escriben la mayoría de sus episodios, y de alguna forma, casi todos sus episodios. El control creativo les ha llevado a poder utilizar la serie como podio para dialogar con otros productos de ficción en general (cine y literatura) y con personajes de la cultura y la política.
En uno de sus capítulos sus personajes están cenando y uno dice: "¿Habéis visto la nueva serie de la TV?". ¿Cuál?" le responde otro: "¿la de que se producen crímenes, abren a la víctima, le sacan los órganos y descubren al culpable?... ¿O la de crímenes que se produjeron hacen treinta años, abren a la víctima, le sacan los órganos y descubren al culpable?... ¿O la de los que desaparecen, les abren, les sacan los órganos y así descubren al culpable?". Esto con imagen y sonido se ve mucho mejor y divierte más, pero apunta a la búsqueda de la repetición de fórmulas con vistas a reeditar un éxito. Series inundadas de patólogos forenses o simplemente de médicos, y allí se empiezan a agotar las ideas y las variedades. Hay que reconocer también que estas series que son la franquicia CSI, Sin rastro, Caso cerrado (Cold case), y luego House, y Anatomía de Gray, etc., etc., tienen buenas manos detrás, pero nada quita que algo de la originalidad esté, digamos, ausente.
Créase o no, la pasión forense no arrancó con CSI sino con Expedientes X y las autopsias de Scully. Algo de esa mezcla de morbo y misterio ya estaba asentada antes. Ahora se multiplica. Se multiplican las series en las que se abre una persona en canal y también las series en sí ya que vivimos un boom. Héroes es parte de esto. Y todas las series que desconocemos. ¿Qué tienen en común? La sensación de que hay un momento para producir y que hay gente dispuesta a consumir. En esta catarata de producciones es donde se empieza a pedir un poco de distinción. De lo bueno, de lo original, de lo sorprendente y también de lo trillado. El gran desafío es encontrar lo nuevo y poder saber qué es lo que sale de lo común, lo que podría perdurar. Lo que relaciona a Veronica Mars y a Lem empieza a ser esta búsqueda de un valor que trascienda lo efímero. Y debería haberlo, porque vivimos el tiempo en que las series piden ser más que un arte menor. El salto que dio el cine y el comic y el rock. De ser productos populares a ser algo más. Pero, ¿qué serie puede ser algo más? ¿Podríamos saberlo? (Continuará)...

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