domingo, 19 de agosto de 2007

Veronica Mars y Stanislaw Lem (3)

¿Por qué preguntarnos sobre el valor estético y cultural de una serie? Y, ¿por qué ahora? La respuesta del ahora es porque el DVD ha construido un público de series que ha superado el fenómeno cult. No es necesariamente masivo, pero es tan numeroso como para impulsar el movimiento creativo de un mercado. Esto es, de alguna manera, que mueva a los productores a repensar fórmulas y ofertas, ciertos criterios estéticos y hasta ciertas reglas dramáticas para abordar el diálogo con la audiencia. Este boom aún no ha encontrado un techo, pero podría encontrarlo en cualquier momento. Entretanto surgen propuestas narrativas que dialogan entre sí y abren interrogantes sobre lo que es narrar hoy. El cine lo ha venido haciendo; el cómic también; la literatura en general, siempre; el tema es que ahora los movimientos y propuestas más dinámicas vienen del mundo de las series y en medio del hervidero conviene estar con los ojos abiertos.
No me propongo hacer una arqueología de las series porque requeriría un trabajo mucho más cuidado, pero sí se puede hacer una hipótesis de trabajo que nos permita entrar en tema.
Hubo una edad de oro de las series que fueron los años 60 y que alcanzó hasta parte de los 70. En estos tiempos estuvieron Bonanza, Peyton Place, Los intocables, Valle de pasiones, Daniel Boone, Hechizada, Mi bella genio, Mi marciano favorito, Perdidos en el espacio, El túnel del tiempo, La familia Addams, Los invasores, El fugitivo, La tribu Brady, la Familia Partridge, El superagente 86, El avispón verde, y más tarde también Los Walton, La Casa de la pradera, Kung Fu o El planeta de los simios y quizás hasta cierto punto El increíble Hulk. Esto no agota ninguna lista porque sólo estoy apelando a la memoria. Algún día voy a buscar algunos links sobre estas series, hoy me contento con nombrarlas.
Cuando digo edad de oro, hablo de clásicos. No en un sentido genético ni porque hayan sentado la base dramática que iba a guiar a todas las series del presente, sino porque fueron de alguna manera el primer boom relacionado con la entrada masiva de los televisores en los hogares y en otro lugar porque asentaron un fenómeno de continuidad y una referencia de lo que en la actualidad llamamos "temporadas". En aquellos tiempos indicaban un lapso efectivo de producción. En el presente funciona como una unidad narrativa con un arco dramático deliberado. Una temporada implica un recorrido y unas ciertas premisas o preguntas que se deberían de responder en veinte, veintidós, veinticuatro o trece episodios (si nos atenemos al formato de TV no abierta de HBO)
Las series en general definieron en esos tiempos ciertas unidades temáticas. Por ejemplo: un capítulo con una premisa, su desarrollo y su resolución, y su no continuidad con el capítulo siguiente. Lo único que permanecía era la propuesta general de la serie y los actores. Ese era el elemento de continuidad pero no existía algo que se pareciera al arco dramático. Esto perteneció más al terreno de la soap opera norteamericana y en la telenovela latina.
Hubo sí algunas series que experimentaron con esto:
El Fugitivo tenía que huir, encontrar al manco y probar su inocencia. David Vincent en Los invasores tenía que desenmascarar la presencia de los alienígenas en la tierra y sólo tenía como elemento de reconocimiento el meñique que no podían flexionar y como contra que cuando morían se desintegraban. Eran perseguidos. De la misma fuente y continuidad bebieron Kung Fu, El planeta de los simios y El increíble Hulk. Distinto fue el caso de Perdidos en el espacio, ya que nunca conseguían volver a la Tierra aunque lo intentaban, y en El Túnel del tiempo el desafío era volver al presente, y tampoco.
En ese sentido algunas de estas series plantearon a su manera una propuesta de continuidad.
Otra serie que tocó esta cuerda fue Bonanza, pero está más emparentada con Los Soprano para poner una referencia del presente que con otras series de corte familiar. Su competencia en aquel momento era Valle de Pasiones con Barbara Stanwyck como matriarca y con varios hijos, todo en el Oeste americano.
Señalo aquí también el fenómeno del núcleo familiar como punto generador dramático de series. O la familia ha estado en el centro de narrativo o ha estado cercana. Búsqueda de hermanos, esposas muertas, etc., etc.
Vuelvo al origen y creo que esa Edad de Oro tuvo elementos larvados de lo que vendría. La inercia narrativa desde los 60 hasta principios de los 90 estuvo marcada por el capítulo integral en el que todo ocurría y donde la temática y los personajes son el único vínculo de continuidad. Pero esto en un momento se quiebra y cambia, y algo nuevo llega (Continuará... pero con otro nombre)

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